Wednesday, January 2, 2013

La magia del vuelo y las flores


 Hace mucho, muchísimo tiempo, en la época de los dinosaurios más antiguos, no existían las flores. Las plantas de semilla de esos tiempos desparramaban su polen al viento con la esperanza de que algunos pocos de todos los millones y millones de granos que producían llegaran a destino, al órgano femenino de otra planta de la misma especie; allí la fecundaban y así se producían las semillas de la nueva generación.

En ese entonces había, eso sí, insectos voladores. Los insectos fueron posiblemente los primeros en descubrir la magia del vuelo, mucho antes que los reptiles voladores, las aves o los murciélagos. Cuando alzaron vuelo estas pequeñas creaturas descubrieron un nuevo papel, un nuevo nicho ecológico, como lo llaman los biólogos, que les permitió reproducirse y multiplicar su variedad de formas y estilos de vida de manera extraordinaria.

Posiblemente las libélulas fueran los primeros insectos voladores, feroces predadores que devoran incansablemente muchos otros tipos de insectos y de otros pequeños animalitos. En verdad que las libélulas son aún más antiguas que los dinosaurios más primitivos. Después evolucionaron otros tipos de insectos tales como abejas y avispas, moscas de muchos tipos y escarabajos. Las mariposas y polillas llegarían mucho más tarde como veremos más adelante.

¿Qué tiene que ver todo esto con las flores? Mucho, como paso a describir; ya mencioné que en ese entonces no había aún ningún tipo de flor, pero sí habían plantas que producían grandes cantidades de polen y el polen es muy nutritivo, muy rico en proteínas. Entonces no faltaron insectos voladores que aprendieron a aprovechar este valioso recurso. Haciendo uso de sus alas podían ir de planta en planta recogiendo su alimento aquí y allí. Ocurrió entonces que algunos de esos granos se adherían a sus patas o cuerpos y que al llegar a otra planta algunos de ellos quedaban allí, justamente donde la planta los necesitaba para la fertilización y producción de nuevas semillas. Si bien comían mucho polen resultaban un mejor medio de transporte que el viento, así que le estaban haciendo un beneficio a las plantas aumentando sus probabilidades de fecundación.

Nos cuentan los paleontólogos que posiblemente los primeros polinizadores eran moscas o escarabajos y que las abejas llegaron un poco más tarde. Pero, éstas una vez que empezaron a hacerlo refinaron la técnica de acarrear polen al extremo convirtiéndose en los polinizadores más importantes.

En respuesta a esta nueva función de los insectos voladores, las plantas cambiaron de estrategia. En vez de tratar de rechazar a estos animalillos empezaron a buscar la forma de atraerlos. Rodearon esos órganos productores de polen y de óvulos con hojas modificadas de colores vistosos, los pétalos, y agregaron perfumes que servían para orientar a los polinizadores, también algunas comenzaron a suministrar néctar. Es decir, crearon las flores por primera vez en la historia de la tierra. Otro cambio, muy importante para la planta, fue que protegieron mejor a los óvulos, los que habrían de convertirse en semillas; no sea que a los visitantes se les vaya la mano en su glotonería y se coman también éstos. Los encerraron dentro de una cubierta protectora y ésta es la que da el nombre científico a las plantas florales, angiospermas. Esta palabra quiere decir semillas encapsuladas.

En respuesta a estos cambios, los insectos también empezaron a desarrollar nuevas adaptaciones, en especial las abejas que se volvieron totalmente dependientes del polen y néctar para su alimento y el de sus crías. Se volvieron peluditas para que el polen se quede prendido a ellas y desarrollaron canastitas en sus patas u otras partes del cuerpo para poder llevar una carga mayor de polen a sus crías. También desarrollaron una lengua más larga para poder libar el néctar. Aparecieron también las mariposas, con lenguas aún más largas que les permitían llegar aún más lejos dentro de la flor.

Las flores respondieron creando nuevas y variadas adaptaciones y así es como fue surgiendo la inmensa variedad de flores que existen hoy en día. También así es como las plantas florales o angiospermas llegaron a ser la forma de vida vegetal más dominante de la tierra (aunque no de los océanos); otro tanto se puede decir de los insectos en el reino animal: Un rotundo éxito de la alianza entre las flores y los insectos voladores.

Cabe agregar que esta alianza afecta a muchas otras formas de vida, incluso a nosotros. No sólo a las flores, cuya belleza siempre admiramos y disfrutamos incansablemente y que sirven de inspiración a poetas, músicos y enamorados; sino también a la mayoría de las frutas y verduras que forman una parte fundamental de nuestra dieta


© Beatriz Moisset. 2005